En el mundo de la lucha libre profesional, donde cada decisión cuenta tanto dentro como fuera del ring, las elecciones creativas pueden generar opiniones divididas, polémica… o incluso decepción. Y en este caso, la reacción no se ha hecho esperar.

Tras semanas de especulación, rumores y promesas de un giro trascendental, la decisión final dejó a muchos aficionados y analistas con una amarga sensación de déjà vu. En lugar de continuar con una historia que, aunque polémica, tenía una narrativa sólida y coherente – la saga con Roman Reigns – el giro sorpresivo hacia Seth Rollins ha levantado más preguntas que entusiasmo.

Para algunos, esta elección representa una falta de compromiso con una visión a largo plazo. “Al menos con Roman había una historia. Había una construcción. Un conflicto con peso,” comentó un fanático en redes sociales. “Pero esto con Seth… parece improvisado. Parece diseñado para conseguir una reacción rápida, unos cuantos titulares, sin pensar en el mañana.”
Y es que esa es justamente la crítica central: que el movimiento responde más a la necesidad de brillar bajo los reflectores que a una construcción narrativa coherente. Que, una vez más, se ha optado por el camino fácil — el de la familiaridad, la comodidad, y el acceso instantáneo a la ovación.
Incluso dentro del vestuario, se rumorea que algunos luchadores veteranos no están del todo conformes con la dirección que ha tomado esta historia. “La lucha libre también es arte, y como todo arte, necesita coherencia y riesgo. Si solo buscas lo que funciona rápido, terminas desgastando al público,” dijo una fuente anónima cercana al equipo creativo.
Ahora, queda por ver si esta decisión dará frutos a nivel comercial y emocional. ¿Será Seth la chispa que revitalice una narrativa estancada? ¿O simplemente otro ejemplo más de oportunidades desperdiciadas?
Una cosa es cierta: cuando los reflectores se apagan y el humo se disipa, solo queda la historia. Y esta, por ahora, parece incompleta.